UNA MALETA ROJA LLENA DE RECUERDOS
Ayer, cuando faltaban dos minutos para las cuatro de la tarde, llamó a mi puerta un mensajero para dejarme un sobre con el primer ejemplar de mi libro. En contra de todo lo que pensé que haría cuando llegara ese momento, abrí el sobre sin ansia, miré el libro y, sin hojearlo, lo puse encima de mi cama y me senté a compartir la noticia. Cuatro horas más tarde mi libro seguía allí sin que yo me dignara a mirarlo. No conseguía entender qué era lo que me incomodaba de su presencia hasta que abrí el armario. Allá arriba en lo alto, al alcance solo con ayuda de una escalera, estaba una maleta roja a la que hace unos años obligué a renunciar a su naturaleza para asignarle una función menos aventurera. Aunque su volumen y sobre todo su peso llegaron a ser un verdadero incordio, nunca me decidí a deshacerme de su contenido. Cada vez que he limpiado el armario, mi hijo, que se encarga de bajarla y subirla, me pregunta hasta cuándo. La última fue hace unos meses. El libro estaba en la editorial, así que ya no hacía falta conservar el contenido de mi maleta. Entonces gané un tiempo de prórroga prometiendo que tiraría todo cuando lo viera impreso al fin. Lo que me incomodaba ayer era que la llegada de mi libro había dejado sin sentido a mi maleta roja y sin excusas a mí.
Desde que comenzó Gran Hermano supe que alguna vez escribiría sobre el programa. Lo supe en realidad desde unos días antes de comenzar, cuando mi parte “profesora de guion” se puso en guardia y supuse que alguna vez habría que hablar de los primeros pasos del nuevo género y me puse a guardar información para “algún día” escribir sobre ello. Por eso le pedí a Carlos que se ocupara de grabarme todo lo que emitiéramos y archivé cuidadosamente lo que se publicó al respecto y los informes de audiencias. De Soto del Real me llevé lo que me faltaba: nuestras “bases de datos”, ese montón de páginas donde queda anotado cada día, minuto a minuto, lo que sucede dentro de la casa. Como teníamos prohibido sacar nada de allí, yo me llevaba cada mañana, doblada y camuflada en el doble fondo de un bolso, la “base” con la que había trabajado la noche antes. A pesar de que cada vez que ponía el bolso en el escáner de la puerta me sentía como una terrorista, nunca me descubrieron. Al día siguiente de la final fui a comer con Pilar, la productora ejecutiva, le conté que algún día escribiría este libro y le confesé el robo. Ella primero se echó las manos a la cabeza, luego se río, y, por último, me recomendó que lo hablara con José Velasco, entonces Consejero Delegado de Zeppelin. Lo hice dos años más tarde, cuando lo que había sido una idea era un plan y, aunque le entusiasmó mi propuesta, me pidió que esperara unos años para publicarlo. En 2003, después de GH 4, hice un primer intento de empezar. Entonces ya tenía claros el título y la estructura del libro, y me salieron del tirón las primeras 40 páginas. Una llamada de Colombia, donde me invitaban a trabajar en su primer Gran Hermano, me hizo abandonar temporalmente el proyecto.
Después vinieron tiempos complicados. Entre una y otra ediciones de GH, hicimos las dos VIP, La casa de tu vida y otros realities con mayor o menor fortuna. En 2006 pude ponerme a la faena. Para esa fecha, la cantidad de cintas de VHS era enorme y había tenido que “archivarlas” en la maleta roja. Cuando llegó el momento de visionar y leer edición a edición para empezar a escribir, saqué de mi trastero las cajas que contenían más de un metro cúbico de papel y bajé la maleta del armario. Permanecí encerrada durante meses viendo, leyendo y escribiendo. Luego me tuve que ir a Guadalix porque empezábamos de nuevo. Las cajas y la maleta volvieron a su sitio. En 2007 y 2008 repetí la ceremonia de sacar todo fuera para ver y escribir un poco más. Al fin en 2009, después de GH 10, pude ponerme al día con todo lo emitido. Esa última vez no hubo que bajar la maleta porque desde GH 8 tenía los programas en DVD. Se quedó allí en lo alto del armario y allí siguió mientras yo volvía a Guadalix para hacer los resúmenes del 11 y El Reencuentro y empezaba a preocuparme por conseguir un editor.
Cuando en abril de 2010 salí de Zeppelin, me puse a revisar todo lo escrito y a fines del verano encontré al fin a mi editor donde menos lo esperaba: en Miami, adonde ambos habíamos ido a ver un espectáculo escrito, producido e interpretado por amigos comunes. Cuando a finales de ese año el libro fue aprobado por Anaya, prometí que tiraría el contenido de la maleta en cuanto terminara de escribir las conclusiones y un capítulo especial que quería agregar al final. A pesar de que para eso no necesitaba volver a ver aquellas cintas estropeadas con el paso del tiempo, prolongué un poco más su presencia en mi casa. Más tarde negocié conmigo misma otra amnistía asegurando que lo haría cuando ya viera el libro maquetado y firmara contrato. La última prórroga caducaba cuando ya lo tuviera en mis manos: ayer.
Aunque sé que no valen, que están grabadas por un niño al que más de una vez se le olvidó parar o reanudar la grabación a tiempo y que los años las han maltratado, sé también que es muy difícil encontrar vídeos de los resúmenes diarios de las primeras ediciones y eso hace de mis cintas mi tesoro. Por eso ayer, más que alegrarme por mi recién nacido libro, me puse triste por mis viejas cintas. Porque allí están Pepe y Dayron batallando por liberar a un cerdito curioso de un comedero de hojalata y curar las heridas de su cuello, junto a Íñigo e Iván que observan a Ismael mientras este socorre a cuanto bicho está a punto de ahogarse en la piscina. Y está Emilio, con su diadema y su pajarita inventándose escenas para jugar a pínficos y clávicos con sus compañeros de GH 2. Y el Jorge Berrocal divertido y bromista. Y está Raquel Morillas en su faceta tímida llorando en el Confesionario por no hallar su lugar. Y Juanjo, resumiendo la historia del Quijote en dos líneas para Diana. Y Marta de confidencias con Alonso. Y la Ainhoa más tierna, la que no grita, hablándole a Vanessa de sus seis hermanitos. Y el Nacho más conciliador. Y el humor de Jesús. Y Koldo hablando de literatura. Y Patricia confiándole a Óscar historias de un amor imposible. Y la amistad de Desi con Inma y con Judith. Y está el Miguel de antes de la suite, que alegraba la casa con su gracia gitana. Y Sabrina escribiendo letra a letra sus cuitas de amor en la mano de Mari bajo una toalla amarilla. Y están Kiko y Javito riendo a carcajadas después de secuestrar una vez más al conejito blanco de peluche de Óscar. Y Pedro compartiendo un antiguo dolor con Gustavo y Matías. Y tantas cosas más. Todas esas pequeñas historias, que muchas veces no llegaron ni a vídeos de las galas, eran las que guardaba mi maleta roja y que yo había prometido tirar ayer.
Esta mañana, después de curiosear un poquito entre las cintas que iba a tirar, cerré la cremallera y decreté su indulto permanente. Casi seguro que nunca más volverán a estar en “play”, pero ahí se quedan, en mi maleta roja, aunque el libro para el que se grabaron sea ya una realidad.
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y si los subís a youtube?¿? nos hemos perdido la esencia de gran hermano. solo hemos visto las broncas y las idas de olla (no todos tenemos suficiente poder económico como para tener el 24h, q antes era en digital+, ni edad suficiente para poder estar hasta las tantas). y con eso nos hemos perdido ese experimento que propuso George Orwell en 1984…no hemos visto como viven, solo hemos visto como se tiran de los pelos…es una pena, porque en los resúmenes y galas solo ponen (en presente porque sigue exactamente igual) lo morboso, lo que vende, lo que da audiencia, a pesar de que en muchas ocasiones resulte incomodo e incluso insoportable verlo y por eso, nos veamos obligados a cambiar de cadena.
un saludo 🙂
Esos videos no son de mi propiedad, Inharalihara. Ni siquiera son propiedad de Zeppelin, sino de Tele 5. Y no hay permiso para colgarlos. No valdría la pena intentar digitalizar todo ese material (que está en cintas) para subirlo a youtube y que lo bajen en cuanto lo vean. Lo suyo sería que en Siete repitieran los diarios y las galas de todas las ediciones. Lo hicieron con la primera. Ojalá y rescataran al resto.
vaya pena… aunque sería mi perdición y no acabaría la carrera… ojalá porque muchos como yo sólo hemos visto las últimas que por desgracia, no son las mejores precisamente…
Te entiendo tanto. En la terraza de mi casa escondo en varias cajas de plástico transparente, de esas que se usan para guardar trastos, decenas de VHS con todos los resúmenes, debates y galas emitidos desde GH1 a GH6. Como tú, no soy capaz de deshacerme de ello.
Yo no podría tirar una maleta así, con ese contenido de inmenso valor sentimental, aunque no volviera a abrirla en toda la vida.
Eso sí, se pueden convertir a dvd para que ocupe menos (aunque perdería parte de su esencia) y por si algún día dejan de funcionar y de existir los vhs.
(si alguna vez decides deshacerte de ella ponle preio y avisa…).
😛
No sé si lo sabes, pero las empresas de Tapersex (esas que mandan a casa señoras con artilugios sexuales para vendérselos a otras señoras necesitadas de un poco de marcha) tienen un servicio especial denominado MALETA ROJA. Y la señora en cuestión se aparece en tu hogar con la maleta y dentro de ella los ultimos gritos de la moda en lo que a aparatitos sexuales se refiere. O sea que si el contenido de la tuya ya ha quedado obsoleto… ya sabes. Nunca es tarde para llenarla otra vez. (Tiene huevos que te estuvieras robando dia tras día las beses de datos de Guadalix. Yo al menos sólo me llevaba bollería fina cuando me tocaba el turno de noche.)
Pues no sabía, pero mira, nunca es tarde para aprender algo nuevo.
Y sí, me robé las bases de datos, pero por una buena causa. Claro, que tu bollería fue por una buena causa también, supongo.
Te quiero, cabronazo.
Mañana me compro el libro en la FNAC. jamás pensé tener que pagar por leerte.
Huuuuuy Carlos, no sabes lo muuucho que me gustaría acceder a ese contenido!! El de la maleta de Gilda, que conste, el del tuppersex no lo necesito. Jajjajajajajaja. Mmmmuacks
De tarde en tarde vemos esas cajas o viejas maletas y nos llenan de recuerdos de otro tiempo, pero otras veces hay cosas que nos recuerdan esa caja o vieja maleta y sólo pensamos en por qué no nos deshacemos de ella, sabiendo que los recuerdos nunca los vamos a perder.
Creo que lo mejor es una mudanza o algunas obras en la casa para darse cuenta de las cosas innecesarias sin ya razón para mantener como aquella bolsa de los huesos de la abuela de no se quien era ya, si Amaranta o Rebeca, y que los albañiles no sabian donde colocar, y Gabo decia del sonido que producían en sus traslados, eso de «el cloqueante cacareo de gallina clueca», y que creo recordar debió terminar emparedado por alguno de los trabajadores.
En las últimas obras fue a la basura algunas cajas repletas de cintas VHS repleta de horas de cine, musicales y documentales principalmente, de las que pocas volví a ver. A continuación el reproductor o magnetoscopio, un aparato grande que era de los pocos que entonces reproducía en estéreo, y además me proporcionaba sonido dual y estéreo en los pocos programas que se emitíanen la tele, ya que en el televisor de eso del NICAM todavía nada. Me quedaron un par de cintas vírgenes y alguna grabada de una boda o algo parecido. Con las cintas de audio pasó algo parecido, pero eso sí, aun tengo la pletina, en realidad dos, en dos equipos, y unas cuantas se salvaron porque estaban en el coche donde aun conservo la autoradio de cassettes.
Y en la anterior mudanza, llené dos cubos de basura del portal de papeles y libros principalmente. Cómo cambian los tiempos, jajaja.
Sólo seis dias para que nos den las llaves de la casa, ya nada. Y el libro lo devoraremos pero poco a poco, por capítulos como debe ser.
Un buen resumen de parte del backstage del libro, muy interesante también todo lo que no se ha escrito en él.
Besicos
Me disculpo por la demora en contestar. De mudanzas y dejar cosas detrás, sé algo ya. Gracias Txumai, por tu presencia y tu fidelidad.
Lo que pasa es que dentro de nada el libro deja de ser exclusivamente tuyo para pasar a ser de todo el mundo. En cambio, de la maleta roja serás siempre tú su única propietaria….
Así es, comadre. Y esos recuerdos (los de la maleta) son diferentes para mí que para otros, aunque los compartiera, porque yo puedo recordar cómo seleccioné cada imagen, por qué la puse donde está… Abrir la cremallera y volver a ver las cintas me trajo a la cabeza años de decisiones que por muchos libros que escribiera sería defícil compartir del todo.
Me encanta la entrada y me encantan los recuerdos. Tengo que confesarte que yo tengo dos armarios llenos de cintas de VHS totalmente desordenadas, llenas de resúmenes de Gran Hermano de las primeras temporadas (en concreto, creo que desde la tres a la cinco). Jamás he probado si siguen funcionando después de tantos años, pero ahí siguen. Sin etiquetar apenas, llenas de anuncios por el medio, pero también llenas de muchos de mis recuerdos. Recuerdos que, en cierta manera, tú fabricaste para muchos.
Seguro que tu libro me devuelve hasta muchos que ni siquiera recordaba.
Y no me pongo a contar parte de los míos, porque aburriría hasta a las piedras.
Sólo decirte que gracias por todo tu trabajo de estos años.
Y gracias por haber indultado a la maleta.
Gracias a tí. Siempre. No sabes hasta dónde te seguí durante todos estos años y cuántas veces me reí a carcajadas y cuántas veces me pregunté cómo podías estar tan pendiente de tantas cosas.
Ah, yo indulté a mi maleta. Prométeme que indultarás a tu armario.
De regreso por una temporada a Madrid, desde Latinoamerica, me encuentro con la grata noticia de la publicación del libro de GH ( no he dejado ningún minuto sin leer todos los comentarios desde la creación de tu blog). Grandes historias,muchas horas pasadas en las tierras de Guadalix. Todavía recuerdo con nostalgia aquellos días, donde por el invierno, no podía salir con mi coche del pueblo, porque tanto el hielo como la nieve lo impedía. Si, así es, estuve mas de un año, siendo vecino de GH. Prefería estar cerca antes de batallar por la carretera con las «malditas curvas» de Colmenar Viejo. Solo agradecerte el esfuerzo de tantas horas escribiendo y recopilando información, donde creo que solo tú sabrás contar y relatar como nadie lo que ha sido para todos nosotros la rica experiencia de haber participado en algunas ediciones de este formato. Sin lugar a dudas que cuando publiques el libro, tendrá el éxito asegurado de ventas (espero que nos avises la fecha)..
Con cariño. Gabo
Lo siento, Gabo, dejé para luego lo de contestarte y se me pasó. Ando un poquillo sobrepasada estos días. Y sí, tienes razón, fue una rica experiencia en todos los sentidos. Hubiera necesitado el doble de páginas para poder contar muchas de las aventuras y desventuras del equipo. Y muchas gracias por tus buenos deseos.